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Y sin embargo no existe

Hace poco, en una "conversación" por Twitter me hicieron la siguiente pregunta

¿Y en qué se basa usted para negar que Dios existe?

Como quiera que un medio que restringe las comunicaciones a 140 caracteres no es el más adecuado para dar una contestación he decidido dejarlo por aquí aun sabiendo que no servirá de nada pues esta persona ya ha demostrado que solo cree lo que el "club de Roma" le dicte al oído, haciendo oídos sordos a cualquier evidencia racional que se le proponga.

Ante una pregunta así, uno está tentado de responder a la gallega

¿Y en qué se basa usted para afirmar que Dios existe?

Pero claro, con razonamientos del tipo "es así porque la Iglesia lo dice" parece un tanto absurdo pedir evidencias a quien ni las tiene ni las busca.
Lo cierto es que ningún creyente de la "religión verdadera" ha podido aportar nunca una prueba de la existencia de su dios más allá de supuestos razonamientos, cargados de ilógica, que si en una muestra de fe desmedida los damos por válidos también servirían para probar la existencia del Unicornio Rosa Invisible, el Monstruoso Espagueti Volador o la famosa Tetera de Russell.

Aún así, más allá de esa ausencia de argumentos voy a aportar algún razonamiento puramente lógico que desmonta todos esos mitos.

La idea de un ser creador y responsable, en cierta medida, de lo que ocurre en el mundo es una idea muy antigua, más aún que el tiempo que lleva existiendo la "religión verdadera" y surge de la necesidad del hombre primitivo de explicar fenomenos de la Naturaleza para los que no tenía explicación.
De esta manera, ante la pregunta de por qué llueve o por qué hay montañas que escupen fuego inventa la respuesta más simple, existe un espíritu (o más bien varios) que controlan esas fuerzas y las desatan según su capricho.
Alrededor de esta idea empiezan a aparecen los interlocutores con esos espíritus, personas que pueden comunicarse con ellos y por tanto podrían llegar a interceder ante ellos. Obviamente estos personajes acaban consiguiendo una importancia muy grande dentro del clan lo que les proporciona poder.

Con el paso del tiempo el ser humano evoluciona, su sociedad se va haciendo más compleja y de forma paralela se complica la organización que se encarga de las "telecomunicaciones" de forma que su poder crece hasta controlar practicamente todas las facetas de la sociedad donde se despliega. A la par que otras personas que no se contentan con explicaciones místicas, van encontrando explicaciones racionales a esos fenómenos, la organización "paranormal" se va adaptando (por supuesto no antes de hacer recular por la fuerza a los "disidentes") haciendo que su idea de ser supremo sea la explicación de otros nuevos misterios para los que aún no se encuentra explicación.
Así llegamos a nuestros días en que el gran "misterio" que explica su dios es el del origen del Universo.
Todo esto proceso histórico nos lleva a la siguiente reflexión:
Ya que la idea de dios surge para explicar distintas cuestiones para las que no se tiene una explicación racional y esas cuestiones van variando con el tiempo a medida que se descubren razonamientos científicos que las explican, parece claro llegar a la conclusión (algo así como que dos más dos son cuatro) que esa idea que se inventa el ser humano no parece tener unas bases muy sólidas.
El hecho de que siempre exista algo para lo que no se tiene explicación no significa que esta no exista, sino que aún no se conoce y es probable que muchos muramos sin conocerla.
El inventarse una explicación en base a un ente imaginario no significa que este vaya a existir pues históricamente fue una invención (ese es su origen) y parece absurdo pensar que algo que el ser humano se inventa porque desconoce algo y no es capaz de asumir su ignorancia (al menos hasta que descubra la razón), pueda llegar a tener una entidad real fuera de la imaginación de quienes se lo inventan.

En cualquier caso, lo que no hay son evidencias de ningún tipo de su existencia, por lo que ante la ausencia de razones parece tan absurdo afirmar que dios existe como creer fervientemente que Jabba el Hutt es algo más que un personaje ficticio de una saga cinematográfica.