Compartir

Compartir en GNU Social Compartir en Diaspora*

Creyentes

A lo largo de los años me he cruzado con muchos creyentes de muy diferente signo, los típicos que creen en cuestiones religiosas, los fanáticos de determinados productos industriales/tecnológicos (apple-maníacos, google-maníacos, ...) pero también otro tipo de creyentes, también fanáticos ellos, que edulcoran sus creencias mediante estudios científicos más o menos serios.


Obviamente un estudio científico tiene mucha más consistencia que una revelación divina, por mucho que tengamos el capricho de dar todo el crédito del mundo al Monstruo del Espaguetti Volador, al Unicornio rosa invisible o a cualquier otro invento humano similar (lease Alá, Yaveh, Dios, ...). Pero cuando hablamos de tomar decisiones en base a estudios científicos sobre determinadas cuestiones que podrían afectar a la salud o al medio ambiente, entonces tal vez habría que mirar esos estudios científicos con una mirada más crítica que complaciente.



A lo largo de la historia, también reciente, nos hemos encontrado con estudios científicos que ofrecían unos resultados y que el paso del tiempo ha demostrado que cuanto menos eran erróneos, eso sí dejando un reguero de afectados e incluso muertos a sus espaldas. Ejemplos de ello tenemos con las decisiones tomadas a mediados del siglo pasado para permitir la explotación de minas de uranio sin tomar medidas de seguridad pues se había "demostrado" que las radiaciones no eran peligrosas para los mineros o incluso con algunos estudios ¿científicos? que negaban el cambio climático, sin olvidar las interpretaciones completamente anuméricas (gracias Paulos por la expresión) que se suelen hacer de estudios estadísticos.


En el mejor de los casos, es decir suponiendo que no existen otros intereses (¿económicos?) que de alguna forma sugieran cuál debe ser el resultado, los estudios científicos pueden tener fallos, no solo en la toma de datos sino también en la modelización utilizada, al no considerar (por ser imposible materialmente) todos los parámetros que pueden influir en un determinado suceso (algo muy común en las ciencias empíricas).


Por ello, cuando ante un problema que podría estar afectando a la salud tomamos la decisión de ignorarlo en base a estudios científicos que parecen demostrar que no existe relación entre el problema y la salud, deberíamos tener en cuenta que esa decisión implica, caso de estar el estudio errado, aunque sea ligeramente, que seriamos responsables del sufrimiento, e incluso muerte, de los afectados. ¿Los que pretenden legislar en base a esos estudios y en contra de los posibles afectados están dispuestos a asumir esa responsabilidad?. Desde luego a mí no me valdría la excusa "es que los estudios científicos decían lo contrario", ante casos así existe lo que se llama principio de precaución (aunque algunos solamos llamarlo sentido común) que ante las sospechas que algo pone en riesgo la salud o el medio ambiente se debe actuar para limitar ese posible daño.

En las condiciones de aplicación del principio de precaución tendríamos los problemas de las emisiones de las antenas de telefonía móvil o las torretas de alta tensión (con posibles casos de personas afectadas en su salud) sino fuera, tal vez, por los intereses económicos que se mueven alrededor de estas actividades y que implican que aplicar las recomendaciones de la OMS en estos asuntos, sea prácticamente ciencia ficción.